sábado, 6 de outubro de 2012

Eucaristia HOMILIA DO SANTO PADRE DURANTE A SOLENIDADE DO SANTÍSSIMO CORPO E SANGUE DE CRISTO 14 de Junho de 2001 1.

"Ecce panis Angelorum / factus cibus viatorum: / vere panis filiorum Eis o pão dos Anjos, / feito pão dos peregrinos, / verdadeiro pão dos filhos" (Sequência). Hoje a Igreja mostra ao mundo o Corpus Domini o Corpo de Cristo. E convida-nos a adorá-Lo: Venite adoremus Vinde, adoremos! O olhar dos crentes concentra-se no Sacramento, em que Cristo se deu totalmente a si mesmo: Corpo, Sangue, Alma e Divindade. Por isso foi sempre considerado o mais Santo: o "Santíssimo Sacramento", memorial vivo do Sacrifício redentor. 

domingo, 23 de setembro de 2012

Coração de Maria

Corazón de María: Proclamación de su maternidad eclesial por Pablo VI Algunos lectores podrían objetar que la Iglesia, por voz de Pablo VI ha proclamado solemnemente que María es su Madre, sin ninguna alusión a su función de Corazón de la Iglesia. Es cierto que no existe, que yo sepa al menos, ningún texto del Magisterio que declare explícitamente que María es el Corazón de la Iglesia. Sin embargo, en el mismo discurso en que Pablo VI proclamaba a María Madre de la Iglesia, al precisar que este título sintetiza admirablemente el lugar privilegiado en la Santa Iglesia reconocido a la Santa Virgen por el Concilio (Vaticano II)”126, recordaba que María es la “portio maxima, optima, præcipua, electissima” de la Iglesia, y sobre todo promulgaba solemnemente la constitución dogmática Lumen Gentium. Ahora bien, ésta afirma que María es también su “miembro supereminente y completamente singular”127. Estas dos imágenes, lejos de oponerse se complementan por no decir que tienen el mismo sentido: si se concibe a la Iglesia como la familia de Dios, se dirá que María es la Madre; si se la concibe como el Cuerpo místico de Cristo, se dirá que es su corazón (¿cuál otro sería?)128 o su madre, si se desea indicar su trascendencia respecto de los otros miembros del cuerpo, y su cualidad de origen del conjunto del cuerpo. En realidad, tal como son empleadas, con sus connotaciones precisas, estas dos imágenes parecen revestir la misma significación: María es Madre de la Iglesia porque ella es primero su hija en tanto criatura de Cristo, Jefe de la Iglesia, y redimida por Él, “hija de Adán, nuestra hermana, discípula de Cristo, entregada totalmente a Dios y a Cristo, único Redentor”129; de otro lado los teólogos (Scheeben, Tromp) que exaltan a María como el Corazón de la Iglesia subrayan que es también su Madre130 y el padre Schillebeckx expone maravillosamente el nexo que sintetiza ambas imágenes: “Como madre, tipo de la Iglesia (María), colabora maternalmente en la edificación de la Iglesia emprendida por Cristo. Ella es la madre de la Iglesia, que le debe, por consecuencia, su propio carácter maternal. Pero en esta Iglesia, ella es el seno espiritual-corporal. Como madre, le da la vida”131 La imagen de seno corresponde a la del corazón, del que hemos señalado ya el carácter activo y dinámico. Como María es hija espiritual del Jefe de la Iglesia, Jesús, para poder ser la madre de sus miembros, así recibe, como corazón, el influjo de la cabeza para dar la sangre y la vida a los otros miembros. En el plano especulativo, nada, absolutamente nada, se opondría a lo que el Magisterio de la Iglesia, después de haber proclamado solemnemente que María es a la vez miembro supereminente y Madre de la Iglesia, precisara que su Corazón inmaculado es el Corazón de la Iglesia. En el asunto referido al título de María, Corazón de la Iglesia, se puede decir exactamente lo que decía Pablo VI sobre la denominación de Madre de la Iglesia: “sintetiza admirablemente el lugar privilegiado en la Santa Iglesia reconocido a la Santa Virgen por el Concilio”. Ambos reunidos muestran mejor que estando separados que -retomando las palabras de Pablo VI- “la realidad de la Iglesia no se agota en su estructura jerárquica, su liturgia, sus sacramentos, y sus ordenanzas jurídicas. Su esencia profunda, la fuente primera de su eficacia santificadora debe ser buscada en su unión mística con Cristo; unión que no podemos concebir haciendo abstracción de aquella que es la Madre del Verbo Encarnado”132. Puesto que la esencia profunda de la Iglesia consiste en su unión mística con Cristo, es evidente que nadie la realiza ni la encarna mejor que María, tan inseparablemente unida a Jesús como el Corazón a la Cabeza. NOTAS: 126. Pablo VI, discurso del 21 de noviembre de 1964, AAS 56 (1964), 1.015. Utilizamos la traducción (francesa) de la Documentation catholique. 127. LG, 53. 128. La imagen del cuello, empleada por San Bernardo y numerosos autores medievales, fuera de otros inconvenientes (cf. Nota 107), no expresa -como aquella del corazón- el rol activo de María en la Iglesia, ni simboliza a María como “Mater charitatis” (expresión del mismo San Bernardo, cf. Nota 67). Las dos imágenes pueden, por lo demás, complementarse: la imagen del cuello indica de mejor manera que María une la humanidad al Verbo de la Vida. 129. Pablo VI, discurso del 21 de noviembre de 1964, op cit., 1016-7. Cita también a San Ambrosio: “sit in singulis Mariæ anima ut magnificat Dominum; sit in singulis spiritus Mariæ ut exsultet in Deo”(in Luc 2, 26 ; ML 15, 1642): Ambrosio desarrolla el pensamiento que Bossuet comentará más tarde (cf. Nota 72). 130. Ver, entre otros, Schillebeeckx, op. cit pp. 121, 128-9; Scheeben, op. cit., p. 201. 131. Schillebeeckx, op. cit., pp. 128-9 132. Pablo VI, discurso del 21 de noviembre de 1964, op. cit., p. 1014 Bertrand de Margerie S.J. Traducido del francés por José Gálvez Krüger para la Enciclopedia Católica.
Corazón de María: Proclamación de su maternidad eclesial por Pablo VI Algunos lectores podrían objetar que la Iglesia, por voz de Pablo VI ha proclamado solemnemente que María es su Madre, sin ninguna alusión a su función de Corazón de la Iglesia. Es cierto que no existe, que yo sepa al menos, ningún texto del Magisterio que declare explícitamente que María es el Corazón de la Iglesia. Sin embargo, en el mismo discurso en que Pablo VI proclamaba a María Madre de la Iglesia, al precisar que este título sintetiza admirablemente el lugar privilegiado en la Santa Iglesia reconocido a la Santa Virgen por el Concilio (Vaticano II)”126, recordaba que María es la “portio maxima, optima, præcipua, electissima” de la Iglesia, y sobre todo promulgaba solemnemente la constitución dogmática Lumen Gentium. Ahora bien, ésta afirma que María es también su “miembro supereminente y completamente singular”127. Estas dos imágenes, lejos de oponerse se complementan por no decir que tienen el mismo sentido: si se concibe a la Iglesia como la familia de Dios, se dirá que María es la Madre; si se la concibe como el Cuerpo místico de Cristo, se dirá que es su corazón (¿cuál otro sería?)128 o su madre, si se desea indicar su trascendencia respecto de los otros miembros del cuerpo, y su cualidad de origen del conjunto del cuerpo. En realidad, tal como son empleadas, con sus connotaciones precisas, estas dos imágenes parecen revestir la misma significación: María es Madre de la Iglesia porque ella es primero su hija en tanto criatura de Cristo, Jefe de la Iglesia, y redimida por Él, “hija de Adán, nuestra hermana, discípula de Cristo, entregada totalmente a Dios y a Cristo, único Redentor”129; de otro lado los teólogos (Scheeben, Tromp) que exaltan a María como el Corazón de la Iglesia subrayan que es también su Madre130 y el padre Schillebeckx expone maravillosamente el nexo que sintetiza ambas imágenes: “Como madre, tipo de la Iglesia (María), colabora maternalmente en la edificación de la Iglesia emprendida por Cristo. Ella es la madre de la Iglesia, que le debe, por consecuencia, su propio carácter maternal. Pero en esta Iglesia, ella es el seno espiritual-corporal. Como madre, le da la vida”131 La imagen de seno corresponde a la del corazón, del que hemos señalado ya el carácter activo y dinámico. Como María es hija espiritual del Jefe de la Iglesia, Jesús, para poder ser la madre de sus miembros, así recibe, como corazón, el influjo de la cabeza para dar la sangre y la vida a los otros miembros. En el plano especulativo, nada, absolutamente nada, se opondría a lo que el Magisterio de la Iglesia, después de haber proclamado solemnemente que María es a la vez miembro supereminente y Madre de la Iglesia, precisara que su Corazón inmaculado es el Corazón de la Iglesia. En el asunto referido al título de María, Corazón de la Iglesia, se puede decir exactamente lo que decía Pablo VI sobre la denominación de Madre de la Iglesia: “sintetiza admirablemente el lugar privilegiado en la Santa Iglesia reconocido a la Santa Virgen por el Concilio”. Ambos reunidos muestran mejor que estando separados que -retomando las palabras de Pablo VI- “la realidad de la Iglesia no se agota en su estructura jerárquica, su liturgia, sus sacramentos, y sus ordenanzas jurídicas. Su esencia profunda, la fuente primera de su eficacia santificadora debe ser buscada en su unión mística con Cristo; unión que no podemos concebir haciendo abstracción de aquella que es la Madre del Verbo Encarnado”132. Puesto que la esencia profunda de la Iglesia consiste en su unión mística con Cristo, es evidente que nadie la realiza ni la encarna mejor que María, tan inseparablemente unida a Jesús como el Corazón a la Cabeza. NOTAS: 126. Pablo VI, discurso del 21 de noviembre de 1964, AAS 56 (1964), 1.015. Utilizamos la traducción (francesa) de la Documentation catholique. 127. LG, 53. 128. La imagen del cuello, empleada por San Bernardo y numerosos autores medievales, fuera de otros inconvenientes (cf. Nota 107), no expresa -como aquella del corazón- el rol activo de María en la Iglesia, ni simboliza a María como “Mater charitatis” (expresión del mismo San Bernardo, cf. Nota 67). Las dos imágenes pueden, por lo demás, complementarse: la imagen del cuello indica de mejor manera que María une la humanidad al Verbo de la Vida. 129. Pablo VI, discurso del 21 de noviembre de 1964, op cit., 1016-7. Cita también a San Ambrosio: “sit in singulis Mariæ anima ut magnificat Dominum; sit in singulis spiritus Mariæ ut exsultet in Deo”(in Luc 2, 26 ; ML 15, 1642): Ambrosio desarrolla el pensamiento que Bossuet comentará más tarde (cf. Nota 72). 130. Ver, entre otros, Schillebeeckx, op. cit pp. 121, 128-9; Scheeben, op. cit., p. 201. 131. Schillebeeckx, op. cit., pp. 128-9 132. Pablo VI, discurso del 21 de noviembre de 1964, op. cit., p. 1014 Bertrand de Margerie S.J. Traducido del francés por José Gálvez Krüger para la Enciclopedia Católica.

segunda-feira, 6 de agosto de 2012

Caminhada com Maria 2012


No dia 15 de agosto, quarta-feira, na Solenidade da Assunção de Nossa Senhora, acontecerá a Décima Caminhada com Maria. A caminhada iniciará ao meio dia com a Santa Missa no Santuário Nossa Senhora da Assunção, no bairro Vila Velha.
Terminada a celebração os paroquianos iniciarão a caminhada rumo a Avenida Leste-Oeste onde se encontrarão com a multidão de fiéis na  ponte da Barra do Rio Ceará. De lá até a Catedral Metropolitana os devotos de Nossa Senhora seguirão rezando os mistérios do terço.
Na Catedral acontecerá a coroação de Nossa Senhora da Assunção. O tema da Décima Caminhada com Maria é: “Com Maria no caminho da fé”.
O evento que este ano comemora sua 10ª edição conta com uma grande estrutura logística, tendo a frente mais de 2000 voluntários’, especialmente jovens, distribuídos nos oito pontos de apoio, palco, liturgia, transmissão, cordão de isolamento, segurança, socorristas, coroação etc…
Durante o percurso, haverá um momento especial com show pirotécnico em frente da Capela de Santa Edwigens para comemorar os dez anos do evento. A Queima de fogos terá duração de aproximadamente 10 minutos.
Dom José Antonio Aparecido Tosi Marques, arcebispo de Fortaleza, convida o povo de Deus  para o evento e, solicita aos participantes que todos tragam o seu radinho de pilha ou celular para acompanhar as orações durante o trajeto da Caminhada que serão transmitida pelas rádios Dom Bosco  e  Shalom.

Recordando os temas anteriores da Caminhada com Maria
2003 – Caminhamos com Maria, em seu Caminho que é Jesus. – 150 anos da Arquidiocese de Fortaleza e Ano do Rosário proclamado pelo Papa João Paulo II.
2004 – Caminhamos com Maria, modelo insuperável da contemplação de Cristo. – 150 anos do dogma da Imaculada Conceição e 100 da coroação de Nossa Senhora Aparecida, Rainha e Padroeira do Brasil.
2005 – Com Maria seguimos Jesus Eucaristia. – Ano da Eucaristia proclamado pelo Papa João Paulo II.

domingo, 5 de agosto de 2012

Vídeo de dom Petrini abre oficialmente a Semana Nacional da Família


Entre os dias 12 e 18 de agosto será realizada a Semana Nacional da Família do ano de 2012. É um evento anual que faz parte do calendário de praticamente todas as paróquias do Brasil. Para a ocasião foi elaborado um subsídio que apresenta reflexão sobre o tema: “A Família: o trabalho e a festa”.
O subsídio foi construído com a participação de representantes da Comissão para a Vida e a Família, membros dos Regionais da CNBB e assessores especializados. “Vamos trabalhar o mesmo tema que foi aprofundado durante o 7º Encontro Mundial das Famílias, com o papa, em Milão”, disse o presidente da Comissão Episcopal Família e Vida da Conferência nacional dos Bispos do Brasil (CNBB), e bispo de Camaçari (BA), dom João Carlos Petrini.
Para o presidente, “o tema ajudará cada família a viver melhor a relação com o trabalho, sem ser absorvido e estraçalhado, pelas necessidades e exigências do mundo do trabalho”, explica o presidente.
A primeira Semana Nacional da Família foi realizada em 1992, e de todos os anos traz um tema que defende os valores familiares e cristãos. “É um evento extraordinário que mobiliza a Pastoral Familiar, e outros movimentos e grupos de família de todo Brasil”, afirmou dom João Carlos Petrini.
O subsídio começou a ser editado desde a vinda do papa João Paulo II ao Brasil, em 1994 e passou a ser publicado anualmente. Atualmente está em sua 16ª edição com uma tiragem de 200 mil exemplares. “Neste subsídio queremos auxiliar os encontros da Pastoral Familiar que acontecerão em todo o país, mas de uma maneira mais particular, na Semana Nacional da Família”, disse um dos assessores da Comissão para a Vida e a Família, padre Wladimir Porreca.
Para assistir ao vídeo onde dom João Carlos Petrini, abre oficialmente a Semana Nacional da Família do ano de 201, clique aqui.
Fonte: CNBB

Cartaz e subsídio do Dia Nacional da Juventude 2012 são divulgados


O cartaz oficial e o subsídio do Dia Nacional da Juventude (DNJ) 2012 foram lançados nesta quarta-feira, dia 1º de agosto. O tema do DNJ deste ano é "Juventude e Vida" e o lema "Que vida vale a pena ser vivida?".
O cartaz deste ano foi escolhido pelos membros da Coordenação Nacional de Pastoral Juvenil formada por jovens de pastorais, movimentos, congregações e novas comunidades que atuam com a juventude. O subsídio para a vivência do DNJ foi elaborado por esse grupo.
Segundo um dos assessores da Comissão Episcopal Pastoral para a Juventude, padre Antônio Ramos do Prado, a construção do subsídio do Dia Nacional da Juventude (DNJ) 2012 foi feita a partir do aprofundamento do estudo sobre a realidade juvenil e à luz da Campanha da Fraternidade de 2013, fundamentados no texto bíblico de João 10,10: “Eu vim para que todos tenham vida”.
"Esse cartaz, feito por Francisco D'almeida, vencedor do concurso, manifestou com mais propriedade o tema e lema do DNJ porque focou os sinais da vida da juventude do Brasil", disse o padre Antônio Ainda segundo o padre, a ideia do jovem pintando os sinais de vida no Brasil manifesta o protagonismo juvenil dentro e fora da Igreja. "Parabéns ao autor que se colocou à disposição para fazer os ajustes necessários", afirmou.
Fonte: CNBB

O centro da nossa existência é a fé em Jesus, diz Bento XVI


O Senhor nos convida a não esquecer que, se é necessário preocuparmo-nos com o pão material, mais fundamental ainda é fazer crescer a relação com Ele

"O centro da existência, ou seja, aquilo que dá pleno sentido e firme esperança ao caminho tantas vezes difícil, é a fé em Jesus, é o encontro com Cristo". A afirmação foi dita pelo Papa Bento XVI no Angelus deste domingo, 5. 
Centenas de pessoas foram até a residência apostólica de Castel Gandolfo, onde o Santo Padre passa um período de descanso, para acompanhar sua tradicional reflexão dominical.
O Papa comentou o Evangelho do dia (cf. Jo 6, 24-35), em que Jesus interpela a multidão pelo fato de O procurarem não por terem visto os sinais de Deus, mas apenas por terem sido saciados, com a multiplicação dos pães.
“Jesus quer ajudar as pessoas a não ficarem apenas no nível da satisfação imediata das próprias necessidades materiais, por muito importantes que sejam. Quer abrir a um horizonte da existência que não é simplesmente o das preocupações cotidianas do comer, do vestir, da carreira”, destacou Bento XVI.
As pessoas não compreendem o que Jesus lhes propõe. Pensam que lhes pede o cumprimento de qualquer preceito, para que o milagre continue. Mas a resposta de Jesus é: “a obra de Deus é que acrediteis naquele que ele enviou”.
“O centro da existência, ou seja, aquilo que dá pleno sentido e firme esperança ao caminho tantas vezes difícil, é a fé em Jesus, é o encontro com Cristo. Não se trata de seguir uma ideia, um projeto, mas de O encontrar como uma Pessoa viva, de deixar-se tomar totalmente por Ele e pelo seu Evangelho. Jesus convida a não nos determos no horizonte humano, mas a abrir-nos ao horizonte de Deus, ao horizonte da fé. Ele exige uma única obra: acolher o plano de Deus, isto é, ‘crer n’Aquele que Ele enviou’.”
Não é com a atividade humana que podemos “ganhar” Jesus, o verdadeiro pão que sacia a nossa fome de sentido, de verdade. Ele vem a nós apenas como dom do amor de Deus, como “obra de Deus”, que nos toca pedir e acolher.
“Caros amigos, nas nossas jornadas cheias de ocupações e de problemas, mas também nas de repouso e distensão, o Senhor nos convida a não esquecer que, se é necessário preocuparmo-nos com o pão material e com o retemperar das forças, mais fundamental ainda é fazer crescer a relação com Ele, reforçar a nossa fé n’Aquele que é o ‘pão da vida’, que enche o nosso desejo de verdade e amor”.
Fonte: Canção Nova

Seja sal, luz e fermento no mundo


O Povo de Deus, conduzido por Moisés através do deserto, rumo à Terra Prometida, passou por muitas e diversificadas crises. O próprio Moisés teve suas dificuldades, pois deveria conduzir uma multidão de gente de "cabeça dura". Como muitos líderes de todas as épocas da história, a conselho de seu sogro (Cf. Ex 18,1-27), aprendeu a compartilhar seu trabalho com homens escolhidos sem acumular, nas próprias mãos, o poder e as múltiplas tarefas que comportava o cuidado da viagem pelo deserto. Aarão, Josué e tantos outros encontraram seu lugar para viver ao lado de Moisés o chamado que lhes era próprio.

O correr da história sagrada apresenta juízes, profetas e reis, todos chamados a exercer um serviço inestimável, chamados e inspirados por Deus. E que dizer de mulheres fortes, como Sara, Rute, Judite, Débora e muitas outras? Muitas foram as pessoas conduzidas pelo Espírito do Senhor, cuja lembrança a Escritura registra, para que as sucessivas gerações estivessem abertas ao apelo de Deus. E não foram poucas as circunstâncias e os desafios experimentados por todas estas pessoas, preciosas aos olhos de Deus.
Os Evangelhos se abrem com a graça do chamado: Maria e José, Zacarias e Isabel, Simeão e a profetiza Ana, os discípulos de Jesus e, dentre eles, os doze apóstolos. E do meio do povo que seguia Jesus, conversões, curas, seguimento estrito do Senhor se multiplicam, oferecendo a moldura para toda aventura que se chame humana. Mais adiante, no Tempo do Espírito, relatado pelos Atos dos Apóstolos, entra na lista ler e rezar a Escritura Sagrada, ato de envolver-se com o mistério do chamado, a graça da vocação.
Homens firmes e provados, como os primeiros diáconos, convertidos como o eunuco da estrada de Gaza, o centurião Cornélio ou, mais do que todos, São Paulo, o apóstolo das gentes. Em todos, resplandece as armadilhas de amor tramadas por Deus para a graça do chamado.

Assista também: "Você tem lugar no coração da Igreja", com Dom Alberto Taveira

Na Igreja de Jesus Cristo, em todas as épocas e situações, a realidade do chamado se faz presente. Vocação foi o chamado de eremitas e monges, cuja solidão foi habitada pela presença do Senhor e pelas muitas pessoas que, desde o princípio, foram atrás deles, porque procuravam Deus. Sua vida suscitou seguidores e, até hoje, existem e sempre existirão pessoas chamadas ao silêncio e ao claustro. Vocação são os grandes carismas, a pobreza com São Francisco, a contemplação com São João da Cruz e Santa Teresa D’Ávila, a pregação com São Domingos.
Vocação foi o apelo de Deus para o surgimento das Ordens e Congregações Religiosas, criadas para responder aos desafios sociais, à educação das crianças, adolescentes e jovens, ao cuidado da saúde, como as famílias de pessoas consagradas que Deus inspirou no século dezenove e no início do século vinte ou muitas Congregações missionárias. Vocação são as novas formas de dedicação a Deus, chamadas “Comunidades Novas”.
Desde o princípio, o Senhor chamou homens para o episcopado, o presbiterado e o diaconado, o ministério ordenado, para o serviço da Palavra, do Altar e do Pastoreio. Trata-se de um chamado específico dentro da Igreja, são as vocações que brotam em nossas comunidades paroquiais.
Se alguém não se sentir tocado por tais “vagas” de trabalho, certamente é porque seu lugar, de uma imensa e qualificada maioria, é a do leigo ou leiga, presente na Igreja, comprometido com os valores do Evangelho, vocação magnífica para ser sal, luz e fermento no mundo, oferecendo-se como hóstia agradável a Deus. Mais ainda! Que lugar carregado de dignidade é aquele ocupado pelas pessoas chamadas ao matrimônio, homens e mulheres encarregados de realizar, nos lares cristãos, a imagem do relacionamento existente na família mais perfeita, Pai e Filho e Espírito Santo.
Existe um mistério que toca, de perto, todos os homens e mulheres batizados, sem exceção, no olhar pessoal de Deus, nosso Criador e Guia, que quer dizer, de novo, neste mês dedicado às vocações (Cf. Mt 20,1-16): “Por que estais aí o dia inteiro desocupados? Ide vós também para a minha vinha”. Deus acompanha os fiéis e os cumula com Sua inesgotável bondade, restaurando o que por Ele mesmo foi criado e conservando o que foi restaurado. Há muito a fazer, quando as pessoas, mesmo quando não se expressam assim, gritam insistentemente (Jo 6,28): “Que devemos fazer para realizar as obras de Deus?” Quem acolhe Sua graça não pode ficar indiferente! O mundo em que vivemos clama pela nossa resposta ao chamado de Deus e pelo nosso testemunho qualificado, grita pela nossa vocação!
Dom Alberto Taveira Corrêa
Arcebispo de Belém - PA